domingo, 12 de agosto de 2012

La biodiversidad – la variedad de la vida en la Tierra

La biodiversidad –la variedad de la vida en la Tierra– hace de nuestro planeta un lugar habitable y hermoso. Muchos de nosotros vemos la naturaleza como una fuente de placer, inspiración o esparcimiento. Pero también dependemos de ella para conseguir alimentos, energía, materias primas, aire y agua, es decir las cosas que hacen posible la vida tal y como la conocemos y que mueven nuestras economías.
Y, a pesar de que la naturaleza es insustituible, a menudo pensamos en ella como en algo garantizado. Muchos sistemas naturales están sometidos a presiones que afectan a su funcionamiento. Muchos incluso están al borde de la destrucción. La pérdida de biodiversidad, que es como llamamos a este fenómeno, es omnipresente.

¿Qué es la biodiversidad?

La biodiversidad está a nuestro alrededor y formamos parte de ella. Se compone de tres elementos principales:
♦ Los distintos tipos de especies que viven en la Tierra: animales, plantas, hongos, algas, bacterias e incluso los virus;
♦ Las diferencias de tamaño, forma y color entre individuos de una misma especie;
♦ Los distintos ecosistemas –como por ejemplo los océanos, bosques o arrecifes de coral–, las especies que viven en ellos y sus interacciones.
Aunque los científicos han clasificado cerca de 1,9 millones de especies vivas en la Tierra, el número real de especies es sin duda muchísimo mayor. Muchas son microscópicas o viven bajo tierra o en el fondo de los océanos. Otras muchas, sencillamente, aún no se han descubierto.

¿Por qué es importante la biodiversidad?

La biodiversidad es el resultado de 3800 millones de años de evolución y es esencial para la supervivencia humana. Dependemos de la naturaleza para obtener muchos recursos esenciales, como alimentos, materiales de construcción, calor, fibras textiles o los ingredientes activos de los medicamentos. La naturaleza realiza funciones vitales.
Por ejemplo, poliniza las plantas, filtra el aire, el agua y el suelo. Incluso aporta protección contra las inundaciones.
La vida sobre la Tierra tal y como la conocemos sería imposible sin esos materiales y servicios esenciales. Lamentablemente, solemos olvidarnos de lo que nos ofrece la naturaleza. En las sociedades industrializadas en las que vivimos pensamos que la biodiversidad está garantizada y la vemos como algo gratuito y eterno. Sin embargo, la realidad es que la presión que ejercemos sobre la naturaleza es cada vez mayor. Muchas
actividades humanas son una grave amenaza para la existencia de numerosas especies. La lista de amenazas para la biodiversidad es extensa: destrucción y fragmentación de hábitats; contaminación del aire, el agua y el suelo; sobrepesca y uso excesivo de los recursos, los bosques y la tierra; introducción de especies no autóctonas… por no mencionar la liberación de cantidades crecientes de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático.

¿Qué podemos hacer para proteger la biodiversidad?

Marcar una diferencia en lo cotidiano. En concreto:
♦ Cosas prácticas que podemos hacer cada día; (vea enlace a la guía de los 52 gestos abajo)
♦ Aumentar la sensibilización en nuestras comunidades;
♦ Contribuir a la investigación observando y registrando datos sobre la vida salvaje y los ecosistemas;
♦ Técnicas sostenibles en el jardín;
♦ Proyectos de construcción y bricolaje.
♦ Informarse. Por ejemplo en:  http://ec.europa.eu/environment/nature/index_en.htm

Fuente: "52 gestos por la biodiversidad"; www.jedonnevieamaplanete.be; 
© 2009 Institut royal des Sciences naturelles de Belgique

Una infraestructura verde


Una infraestructura verde

 El paisaje de Europa ha sufrido una pérdida y una fragmentación de hábitats mayores que ningún otro. El consiguiente problema para la biodiversidad es grave.
Aunque las zonas naturales más importantes están ahora protegidos por la red Natura 2000, las especies siguen necesitando desplazarse entre ellas para sobrevivir a largo plazo.
Una infraestructura verde ayudará a conectar entre sí las zonas naturales existentes y a mejorar la calidad ecológica general del campo en sentido amplio.
Una infraestructura verde ayudará también a mantener en buen estado los ecosistemas, para que puedan seguir prestando sus valiosos servicios a la sociedad, como son el aire limpio y el agua pura.
La inversión en una infraestructura verde tiene una lógica económica: mantener la capacidad de la naturaleza, por ejemplo, para mitigar los efectos negativos del cambio climático, es mucho más rentable que sustituir esos servicios perdidos por soluciones tecnológicas humanas mucho más costosas.
El mejor medio para crear una infraestructura verde es adoptar un enfoque integrado de la gestión del suelo y una cuidadosa planificación estratégica del territorio.
Todos los usuarios del suelo y los sectores responsables de la formulación de políticas deben comprometerse desde el principio en el proceso de creación de la infraestructura verde y asumir la parte de responsabilidad que les corresponde.
La Comisión Europea está elaborando una estrategia para la creación de una infraestructura verde de ámbito europeo en el marco de su política de biodiversidad a partir de 2010.

Hecho 1: El paisaje de Europa está cada vez más fragmentado

En comparación con otras regiones del mundo, la UE es un continente con una densidad de población relativamente elevada y una gran parte de su suelo en uso activo. Como consecuencia, muchas de las zonas naturales que aún existen se encuentran sometidas a presión y en riesgo de fragmentación. Con ello se afecta al funcionamiento de los ecosistemas, que necesitan espacio para desarrollarse y prestar sus servicios.
Unos ecosistemas sanos forman parte de nuestro sistema de apoyo vital, y su salud y estabilidad se sustentan en la biodiversidad. Los ecosistemas que incluyen muchas especies tienen más probabilidades de mantenerse estables, al sufrir daños o pérdidas, que los ecosistemas constituidos por un menor número de servicios.
La fragmentación de los hábitats tiene su causa en una amplia serie de factores vinculados a cambios en el uso del suelo, como la dispersión urbana, las infraestructuras de transporte y la intensifi cación de las prácticas agrarias y forestales.
Estadísticas recientes de la Agencia Europa de Medio Ambiente ilustran la importancia de estas tendencias. En el decenio de 1990 se cementaron unos 8.000 km2, lo que representa un aumento de las zonas artificiales del 5% en solo 10 años. Además, entre 1990 y 2003 se construyeron en la UE 15.000 km nuevos de autopistas.

Hecho 2: La vida silvestre necesita tener la posibilidad de existir fuera de las zonas protegidas

Las zonas principales —importantes por albergar especies raras y amenazadas o por sus tipos de hábitats— están hoy protegidas en gran parte por la red Natura 2000, que comprende 26.000 sitios y cubre aproximadamente el 18% del territorio de la UE.
Ahora bien, hemos de actuar también en ese otro 82% del territorio si queremos detener la pérdida de biodiversidad en Europa. Y es que para asegurar su supervivencia a largo plazo, la fauna y la flora silvestres han de tener la posibilidad de desplazarse, migrar, dispersarse e intercambiar poblaciones entre zonas protegidas.
La dispersión urbana, las prácticas agrarias o forestales intensivas y las rutas de transporte presentan obstáculos importantes y en ocasiones insalvables para la movilidad de las especies. Además, contribuyen a un entorno más hostil e inaccesible para la vida silvestre.
La creación de una infraestructura verde ayudará a conectar entre sí las zonas naturales a través, por ejemplo, de pasillos verdes, de piedras pasaderas para la fauna y de ecoductos, además de mejorar la calidad ecológica general del entorno para hacerlo más respetuoso y permeable a la vida silvestre.

Hecho 3: Una infraestructura verde ayuda a mantener los valiosos servicios que prestan los ecosistemas

La pérdida de zonas naturales tiene repercusiones que van mucho más allá de la desaparición de especies raras. Los ecosistemas, que se enriquecen con la diversidad de la vida que habita en ellos, aportan a la sociedad toda una serie de bienes y servicios valiosos y económicamente importantes, como la purificación del agua, la fertilización del suelo o el almacenamiento de carbono.
Desempeñan también un papel importante en la lucha contra el cambio climático, ya que nos protegen contra las inundaciones y otros efectos negativos de ese cambio. Por ejemplo, unas llanuras aluviales intactas son muy importantes para amortiguar el efecto de las inundaciones, ya que almacenan agua para volverla a liberar luego lentamente a los arroyos y ríos. Los bosques actúan como almacenes de carbono y evitan la erosión del suelo. Los humedales absorben contaminantes y mejoran la calidad de nuestro suministro de agua dulce.
Por todo ello, la inversión en una infraestructura verde tiene también una lógica económica. La búsqueda de soluciones humanas para sustituir a los servicios que la naturaleza nos ofrece gratuitamente no sólo plantea retos tecnológicos, sino que resulta también muy costosa.
Los objetivos generales de una infraestructura verde europea son, por tanto, los siguientes:
• mantener la biodiversidad en Europa, garantizando, por ejemplo, la coherencia ecológica y la conectividad de la red Natura 2000 (conforme al artículo 10 de la Directiva de hábitats), y 
• proteger y regenerar los ecosistemas naturales valiosos para que puedan seguir prestando a la humanidad sus valiosos servicios.

Hecho 4: Dejar sitio a la naturaleza mediante la adopción de un enfoque más integrado del uso del suelo

Pueden emplearse varias técnicas para crear una infraestructura verde en
Europa. Entre ellas, las siguientes:
• mejorar la conectividad entre las zonas naturales existentes para contrarrestar la fragmentación y aumentar su coherencia ecológica, protegiendo, por ejemplo, los setos, las franjas de vida silvestre en las lindes sin cultivar y los pequeños cursos de agua;
• aumentar la permeabilidad del paisaje para favorecer la dispersión, migración y movilidad de las especies mediante el establecimiento, por ejemplo, de usos del suelo respetuosos con el medio ambiente o la aprobación de planes agroforestales que apoyen prácticas de cultivo extensivas;
• identificar zonas multifuncionales, en las que se favorezcan unos del suelo compatibles que apoyen unos ecosistemas sanos y biodiversos frente a otras prácticas más destructivas; podría tratarse, por ejemplo, de zonas en las que convivan usos agrarios, forestales, recreativos y de conservación de los ecosistemas. Estas combinaciones del tipo «gana-gana» o «pierde poco - gana mucho» pueden ofrecer variadas ventajas no sólo a los usuarios del suelo (agricultores, silvicultores, prestadores de servicios turísticos, etc.), sino también al conjunto de la sociedad por los valiosos servicios que prestan los ecosistemas, como la purificación del agua, la mejora de los suelos o la creación de espacios vitales atractivos para el disfrute de los ciudadanos.

Hecho 5: La planificación del territorio ayuda a crear una infraestructura verde

En la práctica, una de las formas más eficaces de crear una infraestructura verde es adoptar un enfoque más integrado de la gestión del suelo. Esto se consigue, a su vez, con una planificación del territorio de nivel estratégico que permita investigar las interacciones espaciales entre distintos usos del uso en una extensa zona geográfica (por ejemplo, una región o un municipio). La planificación estratégica supone también reunir a diferentes sectores para que puedan decidir conjuntamente las prioridades locales de uso del suelo de un modo transparente, integrado y cooperador.
La planificación del territorio puede ayudar a alejar las infraestructuras de las zonas sensibles, reduciendo así el riesgo de una ulterior fragmentación de los hábitats. Puede ayudar también a conectar entre sí las zonas naturales subsistentes, estimulando, por ejemplo, proyectos de regeneración de hábitats en lugares de importancia estratégica, o incluyendo elementos de conectividad ecológica (como ecoductos o piedras pasaderas para la fauna) en nuevos programas de desarrollo.

Hecho 6: Los instrumentos financieros de la UE pueden utilizarse para promover el desarrollo de una infraestructura verde

Los instrumentos financieros de la UE pueden utilizarse para promover el desarrollo de una infraestructura verde. Los Fondos de Desarrollo Regional y el Fondo de Desarrollo Rural, por ejemplo, ofrecen toda una serie de herramientas para promover la conectividad espacial y la regeneración de ecosistemas naturales en el medio rural. Pueden utilizarse también para promover la diversificación económica de los usos del suelo y la creación de zonas multifuncionales basadas en el mantenimiento de ecosistemas naturales.
Los planes agrarios o forestales, en especial, pueden fomentar una producción extensiva, limitar el uso de plaguicidas o de fertilizantes y favorecer unas prácticas respetuosas con la vida silvestre, encaminadas a restablecer la biodiversidad y el correcto funcionamiento de los ecosistemas. Ayudan también al mantenimiento de los elementos paisajísticos que son importantes para la conectividad, como setos, lindes sin cultivar, manchas de bosque o cursos de agua.
Con el fondo europeo LIFE-Biodiversidad, se pueden cofinanciar proyectos dirigidos a mejorar la conectividad funcional de los hábitats naturales y la movilidad de las especies entre zonas protegidas como las de Natura 2000. Life-Medio Ambiente ofrece también posibilidades de financiar elementos de una infraestructura verde en zonas urbanas y periurbanas y proyectos de  conexión entre zonas forestales. Además, puede cofinanciar proyectos que promuevan iniciativas de planificación integrada y estrategias basadas en los ecosistemas para acabar con la fragmentación y promover un uso multifuncional del suelo.
El sector privado ha empezado también a adoptar medidas para frenar la pérdida de biodiversidad en los programas de desarrollo encuadrados en sus iniciativas de responsabilidad social corporativa. Si estas medidas se diseñan pensando en la ecología, podrán conseguir mejoras importantes en la biodiversidad de zonas que se han visto seriamente empobrecidas en lo que se refiere a la naturaleza.

Hecho 7: Formulación de una estrategia europea para la creación de una infraestructura verde en toda Europa

La formulación de una estrategia europea para la creación de una infraestructura verde ocupa un lugar destacado en la nueva política de biodiversidad después de 2010. De hecho, la infraestructura verde se considera una de las principales herramientas para abordar las amenazas contra la biodiversidad representadas por la fragmentación y la pérdida de hábitats y por los cambios de uso del suelo.
La infraestructura verde contribuirá de manera decisiva a la integración de la biodiversidad en otros ámbitos políticos, como la agricultura, la silvicultura, el agua, el medio marino y la pesca, la política regional y de cohesión, la mitigación y adaptación al cambio climático, el transporte, la energía y el uso del suelo. Es también una herramienta importante para la Directiva marco sobre el agua, la Directiva marco sobre el medio marino, la Directiva sobre la evaluación de impacto ambiental y la Directiva sobre la evaluación ambiental estratégica.
Además, se prestará especial atención a la integración de los aspectos relacionados con la infraestructura verde en los distintos programas de financiación de la UE (por ejemplo, Fondos estructurales y de cohesión, PAC, LIFE) en el período de programación financiera actual y el próximo que se iniciará en 2013, así como a la mejora de la coherencia ecológica de la red Natura 2000. 
Ecoducto en Veluwe, Países Bajos

Posibles componentes de una infraestructura verde:

• Zonas protegidas, como los sitios de Natura 2000;
• Ecosistemas sanos y zonas de alto valor ecológico fuera de las zonas protegidas, como llanuras aluviales, humedales, litorales, bosques naturales, etc...;
• Elementos paisajísticos naturales, como pequeños cursos de agua, manchas de bosque, setos que pueden actuar como pasillos verdes o piedras pasaderas para la fauna silvestre;
• Manchas de hábitats regenerados creadas pensando en especies concretas, por ejemplo, para aumentar la extensión de una zona protegida o de los lugares de alimentación, cría o descanso para esas especies y favorecer su migración o dispersión;
• Elementos artificiales, como ecoductos o puentes verdes diseñados para favorecer la movilidad de las especies a través de barreras paisajísticas insalvables;
• Zonas multifuncionales en las que se promuevan usos del suelo que ayuden a mantener o regenerar unos ecosistemas biodiversos y sanos frente a otras actividades incompatibles; 
• Zonas en las que se apliquen medidas para mejorar la calidad ecológica general y la permeabilidad del paisaje;
• Elementos urbanos como parques verdes, muros verdes y tejados verdes que alberguen biodiversidad y permitan a los ecosistemas funcionar y prestar sus servicios mediante la conexión de zonas urbanas, periurbanas y rurales;
• Elementos para la adaptación y la mitigación del cambio climático, como marismas, bosques de llanuras aluviales y pantanos – (para la prevención de inundaciones, el almacenamiento de agua y la absorción de CO2), que den margen a las especies para reaccionar ante los efectos del cambio climático.

© Unión Europea, 2010