Si al construir un edificio nuevo o rehabilitar uno existente lograrmos
un consumo extremamente bajo, casi nulo, en la calefacción y
climatización, conseguimos varios objetivos a la vez: reducimos las
emisiones contaminantes, garantizamos los recursos más allá de las
energías fósiles y ahorraremos a nuestras economías nacionales un gasto
muy importante. Los estados europeos se gastan cada año unos 400.000
millones de euros en la importación de materia prima fósil.
La impulsión
de acciones de reducción de consumo y de la "construcción" baja en
carbono contribuiría entre otros a disminuir las dependencias económicas
(y políticas). A la vista de los enormes consumos de energía para
calentar y enfriar espacios y para agua caliente, uno de los caminos
para reducir la dependencia, los conumos y la contaminación pasa
inevitablemente por la construcción. Ahí pudieran desempeñar los
arquitectos (y el legislador) un papel importante ya que la huella
ecológica de los edificios valida generalmente durante mas que 50 años.
En concreto la rehabilitación (energética), la eficiencia energética y
las energías renovables podrán convertirse en uno de los motores de la
economía tal como describen Rifkin, Stern, Club of Rom y otros desde
hace tiempo y que esta ignorado por el gobierno y combatido por los
Lobby del sector energético.
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