Cuando en la obra se generen residuos clasificados
como peligrosos, el contratista deberá separarlos respecto a los no
peligrosos, acopiándolos por separado e identificando claramente el tipo
de residuo y su fecha de almacenaje, ya que los residuos peligrosos no
podrán ser almacenados más de seis meses en la obra...
· Los
residuos deberán ser retirados de la obra por gestores autorizados,
quienes se encargarán, en su caso, de su valorización, reutilización,
vertid
o controlado, etc.
· Se
prestará especial atención al derrame o vertido de productos químicos
(por ejemplo, líquidos de batería) o aceites usados en la maquinaria de
obra. Igualmente, se deberá evitar el derrame de lodos o residuos
procedentes del lavado de la maquinaria que, frecuentemente, pueden
contener también disolventes, grasas y aceites.
· Los productos
tóxicos y peligrosos deben permanecer en su envase perfectamente cerrado
e identificado. Recordemos que estos productos y los envases agotados
son residuos especiales. En caso de fuga, los materiales utilizados para
su limpieza (trapos, serrín, arena especial u otro material
absorbente...) deberán separarse de los residuos generales.
· En
las zonas de descanso, en lugar de tirar latas, vidrio, vasos y
envoltorios de plástico, y restos de comida mezclados, nos cuesta lo
mismo depositar cada residuo en contenedores separados.
· La
empresa debe llegar a acuerdos con empresas recuperadoras para la
absorción de sus residuos inertes y no especiales, por el sistema de
gestión integrado vigente, básicamente de: papel, cartón, vidrio, y
envases que no sean especiales.
· El WC está concebido para un uso muy concreto, no debe arrojarse ningún producto por él.
· La segregación en origen de los residuos facilita su tratamiento. Esta práctica debería ampliarse a todos los residuos.
· Todo envase retornable, es un residuo menos que hay que gestionar.
· Una solución para minimizar residuos, es depositar cuando sea
posible el residuo líquido de un producto concreto en el mismo envase
del proveedor.
· Los residuos deben separarse en origen, lo cuál
implica tener prevista la gestión. Los residuos que deban ir a parar a
un gestor, precisan de la aceptación por parte de éste. Así sabremos qué
podemos mezclar y qué no, pensando en el destino.
Ejemplos:
El papel y cartón se pueden destinar a reciclaje. No obstante, si
mezclamos plástico en el contenedor habilitado para papel u otros
residuos, dificultamos su reciclado.
En ocasiones, algunos
residuos pueden tener un valor para otra empresa, es lo que entendemos
como subproductos (por ejemplo chatarra metálica). Si no separamos estos
residuos estamos perdiendo dinero y ensuciando más de la cuenta.